Los viejos
problemas con las nuevas tecnologías
¿Controlamos lo
que hacen nuestros hijos?
Es indiscutible los
beneficios que nos han traído las nuevas tecnologías a lo largo de estas dos
últimas décadas: la telefonía móvil, los modernos ordenadores, las ultimísimas
tablets o la posibilidad de comunicarme con vosotros a través de éste blog.
Yo sigo
sorprendiéndome cuando veo volar un avión,… con eso os digo todo, más cuando
veo cómo internet me permite disponer de una ventana abierta al mundo, y
reconocer el tiempo que me hubiese ahorrado en mi época de estudiante de haber
podido disponer de las herramientas con las que hoy cuento y con las que,
afortunadamente, cuentan nuestros hijos.
Pero los beneficios
empiezan a convertirse en perjuicios cuando éstas herramientas de la
comunicación dejan de constituir un medio y pasan a ser un fin en sí mismas,
sin control alguno.
No hace tantos años
hablábamos de las personas que tenían adicciones a determinadas sustancias
(tabaco, alcohol, cocaína, cannabis,…) y nos centrábamos en ayudarles, en los
casos más graves, desde unidades especializadas. En el presente, además de
seguir hablando de éstas adicciones, añadimos las denominadas adicciones
SIN-SUSTANCIA, para referirnos a las adicciones a los videojuegos, al ordenador
o a la telefonía móvil, entre otras,…viendo primero a nuestro hijos e hijas
chateando y ahora “guasapeando” ( y también, no vamos a negar la evidencia,
los más talluditos). A los adultos también nos afectan.
Los profesionales
que trabajamos en salud mental infanto-juvenil vemos últimamente dos
circunstancias: 1) que cada vez vienen más problemas a las consultas reactivos
al uso indebido o excesivo de las nuevas tecnologías y 2) que cuanto más
jóvenes son, antes y más se enganchan.
No queda otra
opción, por tanto, que los padres volvamos a ejercer como padres y empecemos a
marcar unos límites firmes y coherente ante estas circunstancias. Por supuesto
cada uno es libre de educar a sus hijos como considere y a establecer los
niveles de confianza que considere oportunos. Pero la realidad determina que
dominan los “excesos de confianza” en base, muchas veces, a que a los demás les dejan, y de ahí
que muchos padres permitan que los chicos monten, de forma progresiva, un
domicilio particular paralelo al propio: con su tele, con su modem, con su
portátil, con su consola, con su música,…y donde sólo falta un microondas y un
pequeño frigorífico (la lavadora no mola, eso lo delegan a las madres) para no
tener que salir al resto de la casa: ¡Me extraña que suspenda, si no sale de su
habitación!
Y cuando se van a
acostar,… ¿seguro que es para dormir? A tenor de las ojeras que traen muchos y
muchas por la mañana, francamente, lo dudo.
Creo, con todos mis
respetos hacia quien lo lea y ya lo haga, que debemos de empezar a sacar
nuevamente del baúl las normas, los límites y el sentido común. Cómo vamos a
hacer familia si nunca vemos la tele juntos, cómo vamos a controlar lo que ven
si no vemos lo que ven,…por qué no dejamos que el dormitorio sea DORMITORIO,
que el salón de la casa sea SALÓN y que a la hora de comer y cenar lo hagamos
todos juntos (si es posible) en el mismo sitio; por qué no poner un modem en
una habitación común para apagarlo a la hora que consideremos, por qué se tiene
que ir a la cama con el móvil: si se van de verdad a dormir , el móvil puede
descansar en la habitación de los padres… y si se resisten mucho a dejarlo, ya
sabéis por qué es,….y así sucesivamente.
Pero no todo es NEGATIVO: las nuevas
tecnologías también nos permiten hace muchas cosas juntos, en familia, ...
jugar a la Wii, hacer el Pc una carpeta de fotos familiares, un cd de música
compartida, la preparación de un viaje buscando rutas en internet, buscar más
información sobre un tema que hayan comentado en clase, un juego on-line donde
podamos participar padres e hijos, etc,...etc,...Nos supone un esfuerzo
extra a los padres, de adaptación incluso, pero creo que merece la pena.
Si no empezamos a
prevenir, los problemas, tarde o temprano, aparecerán, seguro. No tengáis miedo
a decir NO. Hay cosas que no se negocian, porque nosotros no somos sus amigos,
somos sus padres y nuestra obligación es darles lo mejor, pero no dudéis que prohibir y negar también es educar. Crecer con
frustraciones es bueno para que en un futuro uno sepa valorar lo que tiene y lo
que consigue.
No podemos negar los
nuevos avances, esas nuevas tecnologías que nos ayudan y facilitan muchas
tareas, y que nos pueden proporcionar una forma positiva y diferente de ocio …
pero un poco de control no viene mal y no es incompatible.
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