domingo, 27 de octubre de 2013

Los viejos problemas con las nuevas tecnologías
¿Controlamos lo que hacen nuestros hijos?

Es indiscutible los beneficios que nos han traído las nuevas tecnologías a lo largo de estas dos últimas décadas: la telefonía móvil, los modernos ordenadores, las ultimísimas tablets o la posibilidad de comunicarme con vosotros a través de éste blog.
Yo sigo sorprendiéndome cuando veo volar un avión,… con eso os digo todo, más cuando veo cómo internet me permite disponer de una ventana abierta al mundo, y reconocer el tiempo que me hubiese ahorrado en mi época de estudiante de haber podido disponer de las herramientas con las que hoy cuento y con las que, afortunadamente, cuentan nuestros hijos.
Pero los beneficios empiezan a convertirse en perjuicios cuando éstas herramientas de la comunicación dejan de constituir un medio y pasan a ser un fin en sí mismas, sin control alguno.
No hace tantos años hablábamos de las personas que tenían adicciones a determinadas sustancias (tabaco, alcohol, cocaína, cannabis,…) y nos centrábamos en ayudarles, en los casos más graves, desde unidades especializadas. En el presente, además de seguir hablando de éstas adicciones, añadimos las denominadas adicciones SIN-SUSTANCIA, para referirnos a las adicciones a los videojuegos, al ordenador o a la telefonía móvil, entre otras,…viendo primero a nuestro hijos e hijas chateando y ahora “guasapeando” ( y también, no vamos a negar la evidencia,  los más talluditos). A los adultos también nos afectan.
Los profesionales que trabajamos en salud mental infanto-juvenil vemos últimamente dos circunstancias: 1) que cada vez vienen más problemas a las consultas reactivos al uso indebido o excesivo de las nuevas tecnologías y 2) que cuanto más jóvenes son, antes y más se enganchan.
No queda otra opción, por tanto, que los padres volvamos a ejercer como padres y empecemos a marcar unos límites firmes y coherente ante estas circunstancias. Por supuesto cada uno es libre de educar a sus hijos como considere y a establecer los niveles de confianza que considere oportunos. Pero la realidad determina que dominan los “excesos de confianza” en base, muchas veces, a que a los demás les dejan, y de ahí que muchos padres permitan que los chicos monten, de forma progresiva,  un domicilio particular paralelo al propio: con su tele, con su modem, con su portátil, con su consola, con su música,…y donde sólo falta un microondas y un pequeño frigorífico (la lavadora no mola, eso lo delegan a las madres) para no tener que salir al resto de la casa: ¡Me extraña que suspenda, si no sale de su habitación!
Y cuando se van a acostar,… ¿seguro que es para dormir? A tenor de las ojeras que traen muchos y muchas por la mañana, francamente, lo dudo.
Creo, con todos mis respetos hacia quien lo lea y ya lo haga, que debemos de empezar a sacar nuevamente del baúl las normas, los límites y el sentido común. Cómo vamos a hacer familia si nunca vemos la tele juntos, cómo vamos a controlar lo que ven si no vemos lo que ven,…por qué no dejamos que el dormitorio sea DORMITORIO, que el salón de la casa sea SALÓN y que a la hora de comer y cenar lo hagamos todos juntos (si es posible) en el mismo sitio; por qué no poner un modem en una habitación común para apagarlo a la hora que consideremos, por qué se tiene que ir a la cama con el móvil: si se van de verdad a dormir , el móvil puede descansar en la habitación de los padres… y si se resisten mucho a dejarlo, ya sabéis por qué es,….y así sucesivamente.
Pero no todo es NEGATIVO: las nuevas tecnologías también nos permiten hace muchas cosas juntos, en familia, ... jugar a la Wii, hacer el Pc una carpeta de fotos familiares, un cd de música compartida, la preparación de un viaje buscando rutas en internet, buscar más información sobre un tema que hayan comentado en clase, un juego on-line donde podamos participar padres e hijos,   etc,...etc,...Nos supone un esfuerzo extra a los padres, de adaptación incluso, pero creo que merece la pena.
Si no empezamos a prevenir, los problemas, tarde o temprano, aparecerán, seguro. No tengáis miedo a decir NO. Hay cosas que no se negocian, porque nosotros no somos sus amigos, somos sus padres y nuestra obligación es darles lo mejor, pero no dudéis que prohibir y negar también es educar. Crecer con frustraciones es bueno para que en un futuro uno sepa valorar lo que tiene y lo que consigue.
No podemos negar los nuevos avances, esas nuevas tecnologías que nos ayudan y facilitan muchas tareas, y que nos pueden proporcionar una forma positiva y diferente de ocio … pero un poco de control no viene mal y no es incompatible.



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